La erótica del conocimiento

Hay una sensualidad en el libro como objeto. Desde niña te gusta abrir un libro nuevo, oler la tinta de sus páginas. Cada libro, además, tiene su olor propio, ninguno huele igual a otro, como la piel viva, transmite sensaciones. Los libros nuevos, su olor, te retrotraen a la infancia, al otoño de comienzo de curso. Un libro cerrado es siempre víspera de conocimiento, de emociones intensas. Abrirlos es poner los brazos, las piernas, en cruz, el ser presto para el abrazo y la entrega.

sábado, 25 de abril de 2009

El tiempo es otro


Si subes a un tren y al tomar asiento abres un libro, comienzas la lectura y a medida que avanzan las páginas el vagón recorre kilómetros de vía, la ficción va tomando cuerpo ante tus ojos, en tu mente se dibuja una historia, se desarrollan los anhelos, las furias, de unos personajes. En el transcurso del viaje, unas horas, esos personajes han descrito un retazo de vida. Al cerrar el libro, la historia se pliega, pertenece ya, saboreada, a tu mundo, el tren se detiene y estás en otra ciudad…Consultas el reloj y compruebas que miente, para los personajes que has leído el tiempo es otro, para ti el espacio se ha trastocado y sientes una sensación de vértigo en la boca del estómago ¡qué elástico el mundo de las sensaciones!

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