1.- Comprar mi primer cuento en el kiosco de las chuches como si de un chupa chups se tratara, valía igual, pero “duraba” más porque eran cuatro hojitas grapadas con letras y dibujos, se titulaba “La piel de asno” y me maravilló poderlo leer yo sola y cuantas veces quisiera, no dependía más que de mí (acto de autonomía, con cinco o seis años)
2.- Lectura de tebeos, había muchos a mi alcance: Mortadelo y Filemón, el Botones Sacarinos, Pepe Gotera y Otilio, y un largo etcétera (acto de diversión, a partir de seis años hasta la preadolescencia)
3.-Asistía a un colegio público muy nuevo, que disponía de biblioteca escolar, la clase de lengua la dábamos ahí pero el maestro se ausentaba mucho, eso nos permitía curiosear a nuestro antojo o hacer lo que quisiéramos, algunos aprovechaban para pelearse entre ellos, casi siempre niños, las niñas éramos más modositas. (Supongo que relacioné el espacio de la lectura con el de la libertad para hacer lo que quisiera)
4.-En 6º de EGB, el libro de lectura “Senda” de la editorial Santillana, supuso una revelación ya que traía una muestra de cada uno de los géneros literarios y un prefacio a los capítulos en el que se hablaba de las características de cada uno de ellos, desde la poesía a la narrativa pasando por el guión, el cómic, el teatro, etc. Me abrió las puertas a los más importantes autores españoles y supuso una guía fundamental para que por mi cuenta indagara sobre ellos. Aún lo conservo con todo cariño.
5.- En 7º de EGB, cambiar de colegio y de ciudad y hacer nuevas amistades, entre ellas una fundamental que me descubrió nuevas lecturas y me prestó libros de todo tipo de la biblioteca de su casa. (En mi casa nunca hubo libros) Aquí leer era además un acto de amistad, algo para compartir.
6.- En 8º de EGB, descubrir a los cantautores, sobre todo a Serrat, que cantaba a esos dos poetas que yo conocía por el libro Senda, Miguel Hernández y Antonio Machado
7.- En plena adolescencia, (en casa nunca se había leído, salvo las novelas del oeste que leía mi padre) a mi madre le agobiaba que me pasara horas y horas leyendo sin parar, por lo que leer se convirtió para mí en el acto fundamental de rebeldía en el proceso que se abre en la adolescencia de autoafirmación de una misma. Leer era un acto subversivo.
8.- Descubrir, al tiempo que leía con fruición, que también yo podía crear mis propios textos, empecé plagiando literalmente las novelas juveniles que leía, donde Los Cinco éramos mis amigos y yo envueltos en alguna aventura sucedida en mi barrio. Entonces no había ordenadores así que las escribía en una Olivetti Letera 35 que nos regalaron por reyes a mis hermanos y a mí. (Segundo acto de autonomía, el primero fue leer con cinco años, éste escribir a mi antojo un texto a la medida de la lectora que yo era a los catorce años)
9.- El interés por la lectura me hizo comprar mis primeros libros y acudir a la biblioteca pública de Sevilla, entonces en la calle Alfonso XII, insuficiente para el tamaño de la ciudad pero todo un lujo a mi alcance, me aprovisionaba en ella de unos cuantos tomos cada quince días. Leer con el tiempo se había convertido en un hábito que potenciaba el conocimiento del mundo, de mí misma, y me gustaba hacerlo así, anárquicamente, sin control ni tutorías. Sigue siendo un acto de autoafirmación permanente y de autonomía suprema, no depende de nadie más que de mí misma.
10.- El hábito sigue conmigo, ahora, algo menos narcisista con el tiempo y la madurez que, forzosamente, trae consigo, potencia el conocimiento cada vez más inabarcable del mundo, pero además del conocimiento propio me potencia el conocimiento de los demás, por lo que, finalmente, también es además un acto de empatía.
¿Se puede vivir sin leer? Sí, pero la vida sin libros es más estrecha. Al leer el mundo se ensancha y tu visión también.
2.- Lectura de tebeos, había muchos a mi alcance: Mortadelo y Filemón, el Botones Sacarinos, Pepe Gotera y Otilio, y un largo etcétera (acto de diversión, a partir de seis años hasta la preadolescencia)
3.-Asistía a un colegio público muy nuevo, que disponía de biblioteca escolar, la clase de lengua la dábamos ahí pero el maestro se ausentaba mucho, eso nos permitía curiosear a nuestro antojo o hacer lo que quisiéramos, algunos aprovechaban para pelearse entre ellos, casi siempre niños, las niñas éramos más modositas. (Supongo que relacioné el espacio de la lectura con el de la libertad para hacer lo que quisiera)
4.-En 6º de EGB, el libro de lectura “Senda” de la editorial Santillana, supuso una revelación ya que traía una muestra de cada uno de los géneros literarios y un prefacio a los capítulos en el que se hablaba de las características de cada uno de ellos, desde la poesía a la narrativa pasando por el guión, el cómic, el teatro, etc. Me abrió las puertas a los más importantes autores españoles y supuso una guía fundamental para que por mi cuenta indagara sobre ellos. Aún lo conservo con todo cariño.
5.- En 7º de EGB, cambiar de colegio y de ciudad y hacer nuevas amistades, entre ellas una fundamental que me descubrió nuevas lecturas y me prestó libros de todo tipo de la biblioteca de su casa. (En mi casa nunca hubo libros) Aquí leer era además un acto de amistad, algo para compartir.
6.- En 8º de EGB, descubrir a los cantautores, sobre todo a Serrat, que cantaba a esos dos poetas que yo conocía por el libro Senda, Miguel Hernández y Antonio Machado
7.- En plena adolescencia, (en casa nunca se había leído, salvo las novelas del oeste que leía mi padre) a mi madre le agobiaba que me pasara horas y horas leyendo sin parar, por lo que leer se convirtió para mí en el acto fundamental de rebeldía en el proceso que se abre en la adolescencia de autoafirmación de una misma. Leer era un acto subversivo.
8.- Descubrir, al tiempo que leía con fruición, que también yo podía crear mis propios textos, empecé plagiando literalmente las novelas juveniles que leía, donde Los Cinco éramos mis amigos y yo envueltos en alguna aventura sucedida en mi barrio. Entonces no había ordenadores así que las escribía en una Olivetti Letera 35 que nos regalaron por reyes a mis hermanos y a mí. (Segundo acto de autonomía, el primero fue leer con cinco años, éste escribir a mi antojo un texto a la medida de la lectora que yo era a los catorce años)
9.- El interés por la lectura me hizo comprar mis primeros libros y acudir a la biblioteca pública de Sevilla, entonces en la calle Alfonso XII, insuficiente para el tamaño de la ciudad pero todo un lujo a mi alcance, me aprovisionaba en ella de unos cuantos tomos cada quince días. Leer con el tiempo se había convertido en un hábito que potenciaba el conocimiento del mundo, de mí misma, y me gustaba hacerlo así, anárquicamente, sin control ni tutorías. Sigue siendo un acto de autoafirmación permanente y de autonomía suprema, no depende de nadie más que de mí misma.
10.- El hábito sigue conmigo, ahora, algo menos narcisista con el tiempo y la madurez que, forzosamente, trae consigo, potencia el conocimiento cada vez más inabarcable del mundo, pero además del conocimiento propio me potencia el conocimiento de los demás, por lo que, finalmente, también es además un acto de empatía.
¿Se puede vivir sin leer? Sí, pero la vida sin libros es más estrecha. Al leer el mundo se ensancha y tu visión también.
ME encanta lo que has escrito en este decalogo y me gustaria tener tanto tiempo para dedicarlo a la lectura como tu a mi tambien me apasionaan los libros y eso te hace crecer como persona adquiriendo nuevos valores y disfrutando a traves de la intriga que te ofrecen los libros . Sigue asi besos Margarita
ResponderEliminar¡Amé tu blog! Pasaré seguido, saludos.
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