La erótica del conocimiento

Hay una sensualidad en el libro como objeto. Desde niña te gusta abrir un libro nuevo, oler la tinta de sus páginas. Cada libro, además, tiene su olor propio, ninguno huele igual a otro, como la piel viva, transmite sensaciones. Los libros nuevos, su olor, te retrotraen a la infancia, al otoño de comienzo de curso. Un libro cerrado es siempre víspera de conocimiento, de emociones intensas. Abrirlos es poner los brazos, las piernas, en cruz, el ser presto para el abrazo y la entrega.

lunes, 28 de febrero de 2011

Algo va mal, Tony Judt

Comienzo con una cita de J. S. Mill extraída del libro: "La idea de una sociedad en la que los únicos vínculos son las relaciones y los sentimientos que surgen del interés pecuniario es esencialmente repulsiva". Estas palabras parecen ser un trazo del retrato social de nuestros días, retrato que comenzamos a esbozar hace treinta años cuando aterrizó -después de planear cual mosca azul durante variadas etapas anteriores- el liberalismo económico, esta vez en su versión Thatcher-Reagan, que marcaría el comienzo de la desmantelación del estado social en Europa y el funeral definitivo a las políticas herederas del New Deal de Roosvelt en Estados Unidos.

Quienes hemos gozado de la lectura, extensa pero no menos amena, del tomo "Posguerra. Una historia de Europa desde 1945", del mismo autor, sabemos cómo se originó el estado social europeo, ese que luego entrado el siglo XX hemos llamado estado de bienestar y al que a punto estamos de dar el viático. Aunque el descontento creciente, aún no del todo visible, tal vez no le acabe dando el "descanso en paz" de la resignación de los dolientes que a los próceres del mercado les complacería.
Ahora que el futuro ha dejado de ser incierto para pasar a ser incierto también el presente, sabemos que de un día para otro lo mismo caen muros del este de Europa que sátrapas del norte de Africa a la velocidad trepidante de los teclados de la historia, ya sea a 140 caracteres por minuto o a la velocidad de transferencia de imagenes por segundo.

La historia no está predeterminada, nos dice Judt, lúcido defensor de la socialdemocracia, ¿quién podía haber vaticinado el desplome del comunismo justo cuando aterrizó la mosca azul del neoliberalismo entre las dos orillas norteatlánticas? Desde entonces se ha instalado el capitalismo de corte mafioso al este de Europa, y en todas partes los mercados desregulados campan sin restricciones ni fronteras instalando desde los think tank el pensamiento único, el dogma neoliberal: individualismo, negocio, beneficio, riqueza privada y miseria pública, creciente desigualdad entre una minoría rica y una mayoría que ve recortados sus derechos, y dale que va la rueda del casino gira como el mundo gira. En estas estábamos cuando sobrevino la crisis, se conmonvieron las columnas del templo, "la mano invisible" rasgó su velo y cayó Lehman Brother, la historia reciente, ya lo saben, está en los papeles y en las aristas de las redes. Los que habían propiciado con su irresponsabilidad el desplome fueron indemnizados con cifras astronómicas mientras a los damnificados les tocó pagar directamente, bien rascándose el bolsillo o en especie, con un empleo que para muchos es irrecuperable. Qué bien les vino entonces, y todavía, a los hacedores del laissez faire acudir a ese estado tan denostado -perdonen la cacofonía- tan denostado, sí, por ellos, para recomponerse y continuar a lo suyo que solo es de todos cuando va mal.

De que Algo va mal, a Judt (ni a la que suscribe) le cabe ninguna duda. La ideología neoliberal está adherida a los entresijos de la sociedad actual pero nada nos dice que tenga que estarlo por tiempo indefinido. Sin llantos estériles, este libro rescata la etapa más próspera que ha conocido la historia reciente, los florecientes estados socialdemócratas del norte de Europa que desde mediado el siglo XX supieron abrir un paréntesis entre el comunismo totalitario y el neoliberalismo rampante para asentar una sociedad cuyas desigualdades quedaron atenuadas por un sistema impositivo más equitativo, con una calidad de vida que no se medía solo en nivel de renta sino en educación, salud, participación ciudadana, de proyecto colectivo, en suma, en lugar de enconado individualismo. Judt, basándose en la experiencia cierta que supuso la socialdemocracia nos lleva a analizar cuales fueron las circunstancias que la propiciaron, si fueron únicas o con voluntad y esfuerzo podríamos reproducirlas, qué aspectos del pasado deseamos conservar y cuales son irreproducibles. El debilitamiento del Estado-nación en pos de organismos supranacionales (Unión Europea) que están entregados al dogma neoliberal, limita el poder de la política y la subordina a los mercados, pero es obvio que la sociedad resultante es, a la par que generadora de grandes injusticias, nefasta para las personas pues las despoja de un proyecto colectivo que está en la génesis de la condición más decididamente humana, la más social de las especies.
Este libro contribuye a poner en cuestionamiento los últimos treinta años de política neoliberal. Sin idealizar glorias pasadas, propone una reflexión sobre si es posible rescatar las ideas socialdemócratas enmarcándolas en un nuevo contexto. Pues "la disconformidad nos lleva a hacernos preguntas y éstas a enfrentarnos con los nuevos desafíos". "Tendremos que plantearnos de nuevo los eternos interrogantes, pero estar abiertos a respuestas diferentes". Merece la pena intentarlo, añado, a eso nos invita este libro.

Algo va mal, Tony Judt, Taurus, Madrid, 2010





1 comentario:

  1. No entiendo porqué está parado este blog. Me parece magnífico. Acabo de leer el libro de Judt y el resumen que aquí hace usted es perfecto.

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