La erótica del conocimiento

Hay una sensualidad en el libro como objeto. Desde niña te gusta abrir un libro nuevo, oler la tinta de sus páginas. Cada libro, además, tiene su olor propio, ninguno huele igual a otro, como la piel viva, transmite sensaciones. Los libros nuevos, su olor, te retrotraen a la infancia, al otoño de comienzo de curso. Un libro cerrado es siempre víspera de conocimiento, de emociones intensas. Abrirlos es poner los brazos, las piernas, en cruz, el ser presto para el abrazo y la entrega.

martes, 12 de octubre de 2010

Lenguas en guerra, Irene Lozano


Este libro obtuvo el premio Espasa de ensayo hace cinco años, pero el tema que aborda no deja de estar de permanente actualidad; las contaminaciones demagógicas que los nacionalismos de todo signo -desde esferas tanto políticas como mediáticas- vierten al ruedo del debate público acerca de la utilización de las diversas lenguas de España, las propuestas de inmersión lingüistica en alguna de ellas y la utilización torticera de las denominadas "lenguas propias" para crear diferenciación de manera artificiosa e interesada.
La autora, filóloga de formación y bien entrenada en los debates mediáticos, nos expone con rigurosidad y sin ambages los argumentos falaces que sostienen aquellos que pretenden hacer de la "lengua propia" un arma arrojadiza con la que pescar ganancias en ríos revueltos. Empieza por hacer un recorrido histórico de la lengua española, cómo ésta se convirtió en lengua franca de un territorio que aún estaba muy lejos de ser una nación, cuando convivía sin agravios comparativos con las otras lenguas de la península y era usada por las diversas poblaciones para hacerse entender y prosperaran haciendas y negocios. Cómo, sin embargo, no fue la lengua de uso obligado del Imperio hasta el siglo XVIII pues hasta entonces los regidores del reino donde no se ponía el sol no consideraron deseable mantener tan vasto territorio bajo la unidad de una sola lengua que pudiera unir voluntades rebeldes contra la metrópolis. El tópico de que a América llevamos la cruz y la lengua desde el principio de la colonización esconde una realidad: que la Iglesia evangelizó en las lenguas vernáculas durante mucho tiempo y no sólo en los inicios de la conquista del territorio, así que tampoco es comprensible que el nacionalismo español surgido de la victoria franquista en la guerra civil de 1936 la emprendiera contra aquellos curas y feligreses que apostaban por decir misa en catalán o vasco desafiando al dictador pero obedeciendo una costumbre ancestral de las congregaciones misioneras.

Ante todo, defiende este texto, las lenguas, el uso razonable que se espera de los que las hablan, es el de hacerse entender y no el de marcar diferencias identitarias que no llevan más que al segregacionismo castrante, cuando no al ridículo, y basta aquí citar como ejemplo reciente el uso en el senado de las lenguas catalana, vasca o gallega por unos senadores que tienen como lengua común el español y que contratan a terceros para que traduzcan los discursos que de otro modo entenderían si usaran el idioma que todos conocen, generando con ello una hilarante paradoja y es que quienes en los pasillos del senado se entienden en español sin conflictos, en cuanto suben al estrado obligan a esos mismos compañeros con quienes antes han compartido charla a que usen los auriculares de los traductores.

A reflexionar sobre estas cuestiones nos ayuda el presente ensayo, posicionándose en el lugar del sentido común -que es, ya se sabe, el menos común de los sentidos- alimentando los argumentos con rigor y honestidad, desde una visión no dogmática pero sin titubeos contemporizadores a diferencia de otras posiciones progresistas que en España, por haber compartido militancia antifranquista con unos nacionalistas que sufrieron el mismo rigor de la dictadura, las han hecho contravenir sus propios principios, el internacionalismo.

Si todos leyeramos más libros como el que aquí comento seríamos menos sensibles a las demagogias, es decir, seríamos menos manipulables. Pero no dejarse manipular fácilmente no está de moda, hay una tendencia generalizada a hacer propia la última frase oída en la tdt de la preferencia ideológica que se elija, y cada vez hay menos donde elegir porque el color político se va uniformando peligrosamente, hay una deriva hacia la información sesgada, las medias verdades esgrimidas como verdades absolutas, las mentiras sin recato, los prejuicios sectarios, en definitiva a la imposición de unas consignas que apelan a las vísceras y no a la razón, en vez de apoyarse en la información fidedigna para serenamente reflexionar sobre si queremos taifas irreconciliables o en cambio un pais descentralizado, organizado y eficaz o lo que pretendemos por el contrario es el retorno al clan que proponen las posiciones nacionalistas más furibundas, cuando no una nación centralizada y uniforme, monocromática e igualmente nostálgica de un pasado idealizado como quienes desde el nacionalismo heredado del franquismo claman.


Lenguas en guerra, Irene Lozano, Madrid, Espasa Calpe, 2005










6 comentarios:

  1. Después de la guerra civil las misas no se decían ni en catalán, ni en vasco, ni siquiera en español, se decían en latín. Otra cosa era el sermón. En cambio en las escuelas los curas enseñaban en gallego, vasco o catalán. Esto lo supo resolver muy bien la Revolución francesa y sobre todo Napoleón, en Francia se acabaron los dialectos porque se obligó a enseñar en francés. Aquí fue otra cosa. Lo del Senado es otro peldaño más, pasito a pasito de lengua se forjará una nación por la que el domingo pasado han votado el veinte por cien de los electores barceloneses. Poco a poco.

    ResponderEliminar
  2. No sé si sería buena idea "acabar" con los dialectos, no sé si sería posible erradicarlos a golpe de bayoneta, las lenguas cuando están vivas no necesitan de protecciones extraordinarias ni merecen coerciones que las erradiquen. Por otro lado no creo que sea exacto hablar del gallego, catalán o euskera como de "dialectos" sino que son más exactamente idiomas. En cuanto a ese "veinte por cién" que aludes no es desde luego el veinte por cien de los censados con derecho a voto, más bien es un censo suigeneris que permite votar poco más o menos que a gente que pasaba por allí.

    ResponderEliminar
  3. Es verdad, el catalán, o vasco o gallego, no son dialectos, son lenguas. Cuando lo escribí sabía que estaba provocando. Las lenguas, todas, son joyas valiosísimas, el catalán por ejemplo es un diamante de cuatro quilates, el español de cuatrocientos. Por eso no entiendo el amor excesivo hacia la joya pequeñita, y el desprecio de la grande.

    Lo de Napoleón es que me gusta el tipo, eso de encerrar al jefe de los curas, tiene su heroicidad. SIN bayonetas, solo le dijo que él pagaba a sus curas y a cambio ellos enseñarían en francés. Ignoro cuantos franceses hablan vasco o catalán en Francia, pero seguro menos que aquí. Pero eso es lo de menos, a donde yo voy es a afirmar que gracias a las lenguas aquí en España los políticos viven como señores feudales. Se comportan como marqueses. Como hace quinientos años, hasta con pernada.

    Lo del Senado, ver a a dos andaluces, Montilla y Chaves poniéndose un pinganillo para poderse entender es para morirse.

    ResponderEliminar
  4. "El euskera era hablado por la mayoría de los habitantes de las zonas vascoparlantes históricas antes de la industrialización. Según los datos de 1867 que maneja Ladislao de Velasco, lo hablaban 170 000 de los 176 000 habitantes de Guipúzcoa, 149 000 de los 183 000 vizcaínos (de los que 6 000 eran extranjeros y 28 000 vivían en el distrito de Valmaseda-Encartaciones (donde el euskera desapareció a finales del siglo XVIII y principios del XIX, con el final de la primera guerra carlista),13 14 12 000 de los 120 000 alaveses, 60 000 de los 300 000 habitantes de la Navarra española y 80 000 de los 124 000 habitantes del País Vasco francés.
    [editar]Uso actual del euskera
    Según datos del estudio realizado en 2006 por el Eustat en la comunidad autónoma del País Vasco, el 60% de los habitantes entendía y hablaba bien o con alguna dificultad euskera. 775 000 personas hablaban y entendían bien la lengua mientras que 459 000 lo entendían pero lo hablaban con dificultad. Los vascoparlantes ascendieron en 118 000 en el periodo de 2001 a 2006. Por provincias, el 53% de los guipuzcoanos, el 31% de vizcaínos y el 25% de alaveses es vascoparlante.15
    En 2008 se constató un aumento creciente de la población que estudiaba euskera en Navarra,16 17 quedando en un 18% el porcentaje de personas que tenían conocimientos de esa lengua en Navarra, en el 52% en Guipúzcoa, en Vizcaya 31% y en Álava 25%.18"

    ResponderEliminar
  5. Unitat Catalana (UC, Unidad Catalana) es un partido político de Francia, de ideología nacionalista catalana, y que actúa en las regiones de habla catalana del departamento de Pirineos Orientales, el Rosellón o Cataluña Norte.
    Situada al centro derecha del espectro político del nacionalismo catalán en Francia, tiene como objetivo el reconocimiento y el respeto "del hecho diferencial catalán sobre el territorio de Cataluña Norte", el cual es una parte integrante de los "Países Catalanes".1 Es el partido nacionalista catalán de Francia más antiguo. Históricamente ha mantenido buenas relaciones con Convergencia i Unió (en 1999 participaron en la lista de CiU al Parlamento Europeo). Su presidente es Jaume Roure, alcalde-adjunto de Perpiñán y delegado de asuntos catalanes en la corporación municipal. El partido es miembro de Alianza Libre Europea.

    ResponderEliminar
  6. Tiene mucha razón Irene Lozano. Los nacionalistas utilizan las lenguas minoritarias como arma política. Y no es sólo el PSOE el que se pliega al juego de los nacionalistas. También el PP ha caído en el mismo error, como demuestran los estatutos de Galicia y la Comunidad Valenciana.

    ResponderEliminar