La erótica del conocimiento

Hay una sensualidad en el libro como objeto. Desde niña te gusta abrir un libro nuevo, oler la tinta de sus páginas. Cada libro, además, tiene su olor propio, ninguno huele igual a otro, como la piel viva, transmite sensaciones. Los libros nuevos, su olor, te retrotraen a la infancia, al otoño de comienzo de curso. Un libro cerrado es siempre víspera de conocimiento, de emociones intensas. Abrirlos es poner los brazos, las piernas, en cruz, el ser presto para el abrazo y la entrega.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Si no lo creo, no lo veo, Xavier Guix




En el subtítulo: "cómo construimos nuestra imagen del mundo y de nosotros mismos".

Si os relato una anécdota sabréis enseguida de qué trata este libro. Hace días, en el lugar donde he estado de vacaciones, estaban llevando a cabo obras en el portal del edificio que incluían el cambio de la puerta de entrada. Yo tenía llaves para acceder a él, pero unas llaves anteriores a la reforma, así que cuando me dispuse a abrir la puerta no lo conseguí. Este inconveniente supuso tener que hacer una llamada a quien podría resolver la cuestión y facilitarme la nueva llave del portal; quien debía hacerlo me aseguró que aunque la puerta había sido sustituida seguía siendo válida la llave de la anterior, sin ir más lejos, horas antes, no habíamos tenido ninguna dificultad para acceder al edificio. Tras esta aclaración volví a probar la llave, comprobando que, efectivamente, se deslizaba sin ningún inconveniente. ¿Cuántas veces nos ha ocurrido estar tan convencidos de que algo no saldrá que, efectivamente, llegado el momento comprobamos que no "sale"? Nos sucede a todos, nuestro mundo humano es un mundo de creencias por el que transitamos aferrados a las que nos forjamos día a día y a las que forman parte de los lugares comunes de la convivencia. Ese modo nuestro de aferrarnos a las creencias nos "vendan" los ojos y a menudo acaban por complicarnos la existencia. Nos cargan con prejuicios que obstaculizan la comunicación y nos crean malestar constante, contínuos equívocos, juicios desacertados, confusión. El autor nos propone el modo de deshacernos de aquellos prejuicios que entorpecen nuestra vida cotidiana y nos alienta a ejercitar los músculos del pensamiento, a interrogarnos sobre si lo que pensamos acerca de lo observado está cargado de energía propia o por el contrario está lastrado por planteamientos erróneos.

Este libro constituye la segunda "entrega" del autor en este blog, ya aquí se ha dado cuenta de "Ni me explico, ni me entiendes" referido a las dificultades en la comunicación.

Ambos libros constituyen un estimulante punto de partida para reflexionar sobre cómo gestionamos la comunicación y cómo nos desenvolvemos en nuestro mundo de creencias, y ambos son muy recomendables porque plantean cuestiones que incitan al aprendizaje


Si no lo creo, no lo veo, Xavier Guix,

Editorial Granica, Barcelona, 2005

2 comentarios:

  1. El libro que usted comenta me parece un subcaso (o una interpretación social) de una polémica epistemológica anterior y de más amplio espectro. Efectivamente, en los años 60, en el contexto de la nueva filosofía de la ciencia, el filósofo Norwoord Russell Hanson señaló, apoyándose en la psicología de la Gestalt, lo que dio en llamar "la carga teórica de la observación", es decir, la idea de que todo dato perceptual está ya previamente lastrado de prejuicios culturales, por la estructura conceptual o lingüística del sujeto (lo que en el ámbito de la hermenéutica había defendido H.G. Gadamer). Así las cosa, no cabe hablar de hechos netos de la experiencia ("facta" sí, decía Nietzsche, "facta ficta"), sino más bien de una estructura conceptual desde la que interpretamos los presuntos hechos, de una weltanschauung desde la que miramos el mundo, en expresión de Dilthey. Una polémica tal fue asumida y ampliada por otros filósofos de la ciencia como Kuhn y Feyerabend y prevalece, en nuestros días, en la metodología intersubjetiva de la actual labor científica.
    Quisiera, con este comentario, animarle, si le interesa, a profundizar en la cuestión; y, asimismo, felicitarle por la encomiable tarea de su blog.

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  2. El libro que usted comenta me parece un subcaso (o una interpretación social) de una polémica epistemológica anterior y de más amplio espectro. Efectivamente, en los años 60, en el contexto de la nueva filosofía de la ciencia, el filósofo Norwoord Russell Hanson señaló, apoyándose en la psicología de la Gestalt, lo que dio en llamar "la carga teórica de la observación", es decir, la idea de que todo dato perceptual está ya previamente lastrado por prejuicios culturales, por la estructura conceptual o lingüística del sujeto (lo que en el ámbito de la hermenéutica había defendido H.G. Gadamer). Así las cosa, no cabe hablar de hechos netos de la experiencia (algo que ya había manifestado Nietzsche), sino más bien de una estructura conceptual desde la que interpretamos los presuntos hechos, de una weltanschauung desde la que miramos el mundo, en expresión de Dilthey. Una polémica tal fue asumida y ampliada por otros filósofos de la ciencia como Kuhn y Feyerabend y prevalece, en nuestros días, en la metodología intersubjetiva de la actual labor científica.
    Quisiera, con este comentario, animarle, si le interesa, a profundizar en la cuestión; y, asimismo, felicitarle por la encomiable tarea de su blog.

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