Este libro no contribuye, como pensé al elegirlo como lectura, al esclarecimiento de los orígenes de la crisis sino más bien a señalar de una forma a ratos declamatoria cuáles están siendo las consecuencias de ella, a señalar los millones de viviendas vacías e invendidas, embargadas o inconclusas, al pesimismo que ha sobrevenido tras el delirio de la fiebre del cemento en un país donde una noche nos acostamos ricos y especuladores y a la mañana siguiente nos despertamos en la cola del paro y los comedores de caridad.
Sin embargo, y pese a que no opta por la explicación desde el punto de vista de la economía, baraja tesis desde la observación sociológica y viene a decir, cito textualmente: "La crisis financiera es la consecuencia de la desaparición del dinero y no la desaparición del dinero el efecto de la crisis financiera" que viene a poner el punto sobre la i de lo que se ha venido en llamar el "capitalismo de ficción", sí el mismo que traspasa fronteras sin cortapisas, a diferencia de las personas y los objetos, y que no está ligado a la fabricación de productos ni al comercio de bienes o servicios sino a la más pura especulación de capitales, los llamados "mercados" que están poniendo en solfa a países del mundo desarrollado con una virulencia que a fecha en la que fue escrito el libro aún se desconocía, pues admitía preguntas del tipo "¿Es esta crisis real? A estas alturas resulta imposible separar qué pertenece a una situación objetiva y qué corresponde a la impresión subjetiva, porque ambas se confunden" , y también, "La crisis no es sólo la crisis, sino todo aquello que se cree, se habla o se teme sobre la crisis"
El título del libro "El capitalismo funeral" parece aludir a esa primera impresión que algunos tuvieron de que con esta crisis de magnitud desconocida desde la de 1929, el capitalismo agonizaba entre estertores apocalípticos, recordemos al presidente francés apresurándose a declarar ante los micrófonos que había que refundar el capitalismo, o ese dirigente empresarial español antes de ser declarado en quiebra y acusado de hundir sus empresas por vías que rozan el delito si no caen de lleno en él, decir ante los medios que había que hacer un paréntesis en la economía de libre mercado.
Ah, qué tiempos aquellos en los que aún no habíamos estado al borde del precipio y a punto de quebrar como país, en los que no había quedado aún tan patente que los mercados son los únicos príncipes (enésima reencarnación de Maquiavelo) y que los ciudadanos de a pié, muchos de ellos en la cola del paro o tiritando por los recortes impuestos no tienen nada que votar ni elección posible en este despotismo nada ilustrado del imperio absoluto del mercado que no conforme con quebrar empresas quiebra países y lo que haga falta con tal de recordarnos quién manda aquí y en todas partes.
En cuanto al subtítulo "La crisis o la tercera guerra mundial" espero que se quede en lo que en un principio me pareció estrategia editorial para vender ejemplares, ya se sabe que las catástrofes venden hasta en el cine y si no que se lo digan a Godzilla. Espero que erre también como cuando apostó por el funeral del capitalismo y aún no nos reserve esta crisis, que ya va por su tercer año sin resurrección del paro y el empobrecimiento, sorpresas aún más feroces que los depredadores gigantes que tumban naciones como edificios el monstruo en el cine.
Pero quién lo sabe. Por el momento más que al funeral del capitalismo estamos asistiendo al del estado del bienestar y como la crisis persista acaberemos borrando del disco duro de la memoria que algún día "bienestabamos".
El capitalismo funeral
Vicente Verdú, Anagrama, Barcelona, 2009