La erótica del conocimiento

Hay una sensualidad en el libro como objeto. Desde niña te gusta abrir un libro nuevo, oler la tinta de sus páginas. Cada libro, además, tiene su olor propio, ninguno huele igual a otro, como la piel viva, transmite sensaciones. Los libros nuevos, su olor, te retrotraen a la infancia, al otoño de comienzo de curso. Un libro cerrado es siempre víspera de conocimiento, de emociones intensas. Abrirlos es poner los brazos, las piernas, en cruz, el ser presto para el abrazo y la entrega.

sábado, 20 de junio de 2009

Brújula para navegantes emocionales





Necesitamos brújulas, sí. Navegamos perdidos por un mar proceloso: esta sociedad convulsa en la que nos sentimos desorientados. Los viejos moldes han caído hecho pedazos sin que aún hayamos construido nuevos modelos que nos sirvan para el ahora. Elsa Punset nos sugiere propuestas que incurren de una u otra forma en el cultivo de la inteligencia emocional desde edades tempranas.

Para recobrar el equilibrio debemos esforzarnos por conectar con lo que realmente deseamos hacer y con la realidad que nos circunda, sabiendo que controlar las emociones no equivale a reprimirlas sino por el contrario hacer que ellas nos guíen por una senda que nos puede ser grato transitar.

El libro nos conduce por los grandes dilemas que debemos solventar, algunos de forma perentoria, dado que el estado de salud psíquica de los ciudadanos de las sociedades desarrolladas está generando conflictos que exceden la esfera individual y acrecientan problemas de inadaptación y violencia sociales. Pone en valor la educación como punto de partida para atajar las deficiencias en la comunicación y la gestión de las emociones. Hemos pasado sin transición del autoritarismo a la permisividad, si el primero generó individuos reprimidos la segunda está creando monstruos que se devoran a sí mismos incapaces de tolerar la más mínima frustración en un mundo en el que todo está en venta y todo quiere ser comprado. Sin disciplina, nos dice Punset, no podemos motivar al niño ni podremos enseñarle a responsabilizarse de sí mismo.

Pero la educación excede los límites académicos, es en las familias donde se debe aprender a gestionar las emociones y a comunicarlas de forma eficiente y en cada etapa de la vida, desde la infancia a la adolescencia y la madurez.

Esta brújula que la autora nos echa como un flotador en medio de una tormenta nos ayuda a orientarnos a título individual y nos aporta una esperanza puesto que si bien hay rasgos de carácter que son genéticos e incluso instintivos, el aprendizaje puede hacer de cada uno de nosotros, en la medida en la que nos lo propongamos, unos individuos capaces de gestionar nuestras emociones (las positivas y las negativas) y capaces de llegar a amar de forma incondicional y a trasmitir ese amor en los lenguajes genuinos. "El amor incondicional ayuda a mejorar cualquier ambiente porque el estrés y la tensión de las expectativas cede y abre camino a relaciones interpersonales más relajadas, donde no se espera de los demás sino aquello que son genuinamente, sin reproches ni manipulación."
Es un libro de lectura grata, bien documentado, hace referencia a los nuevos experimentos en neurociencia y en el aprendizaje de la inteligencia emocional, que resulta ameno para el lector no entrenado en lecturas muy académicas o de lenguaje abstruso. Que pone el dedo en la llaga de esos temas que no podemos obviar porque en ellos nos va la vida, la calidad de la vida nuestra y de los que nos rodean.

Brújula para navegantes emocionales,
Elsa Punset,
Aguilar,
Madrid, 2008

viernes, 5 de junio de 2009

La seducción de las palabras



Bajo este más que sugerente título podemos encontrar un estudio sobre las trampas del lenguaje en la vida cotidiana. Desde el enamorado que pretende envolver con un bello lazo verbal su amor como un presente hasta el político que escamotea con palabras grandilocuentes -a menudo inventadas para la ocasión- las cifras que no le son favorables, todos dibujamos la realidad con las palabras que empleamos y a menudo esas palabras nos llevan por vericuetos insospechados. Todos nos reconocemos en las grandes palabras heredadas de nuestros ancestros, hacemos desaparecer o denigramos a quienes nos disgustan o contra quienes tenemos acendrados prejuicios. El autor nos conduce por los distintos usos -y hasta abusos- del lenguaje para hablarnos de cómo las palabras seducen y conmueven, desprecian o ensalzan. Además de hacer un recorrido por el lenguaje común, nos lleva -sobre todo- por los lenguajes que predominan en nuestra sociedad, como son el lenguaje de la publicidad, el lenguaje periodístico, el lenguaje del poder al que la propaganda asiste con las palabras más huecas o las más grandilocuentes.

Nos habla del uso sexista del lenguaje, de los términos políticamente correctos, del poder de las palabras y de las palabras del poder.

Este libro es imprescindible en nuestra biblioteca personal, porque nos enseña, nos conduce y al mismo tiempo nos deleita. Todo un lujo de seducción el de Alex Grijelmo y sus palabras certeras.

La seducción de las palabras, Álex Grijelmo, Taurus,Madrid, 2004

miércoles, 3 de junio de 2009

La vida en común

Desde su nacimiento, el ser humano busca la mirada del otro. La mirada del padre o de la madre es el primer espejo en el cual el niño se "ve". Este momento decisivo marca el nacimiento simultáneo de su conciencia del otro (aquél que debe mirarlo) y de sí mismo, el nacimiento de la conciencia.
Todos sentimos la necesidad de ser reconocidos por los otros, hasta el santo o el artísta consagrado a su obra que, aparentemente, no necesitan de la aprobación de los otros. Aún en la soledad, aún en la misantropía, necesitamos a los otros para existir, aunque el misántropo lo manifiesta como odio al grupo, del que se aparta. Al mismo tiempo, la expresión de odio de los otros puede constituir, constituye de hecho, un reconocimiento de mi existencia. El ser humano es social, no puede prescindir de los otros porque es incompleto en sí mismo, ni siquiera es capaz de percibirse en su totalidad sin la mirada del otro. Todorov rehace una cita célebre para ratificar su tesis y apunta "Me miran luego existo".
Solicitar la mirada del otro no es un acto moral, puesto que el ser humano no puede elegir, es social constitutivamente, necesitar del concurso del otro es un fenómeno extramoral. La vida en común es, pues, inevitable, pero quizá esa vida en común está amenazada no por el aislamiento, porque este es imposible, sino por ciertas formas de comunicación empobrecedoras o alienantes y por la representación de nuestra "incompletud" que nos hace vivir como una tragedia lo que es innato a la condición humana.
Este texto, del autor al que admiro tanto, no me ha resultado tan accesible como los dos anteriores de la misma autoría, que cito en este blog, pero lo achaco a mi deficiencia en filosofía. Y quizá a una no disimulada admiración del autor con las distintas derivaciones del psicoanálisis y en particular por Freud.
El tema que aborda resulta apasionante, y ya en este blog se ha dado cuenta de un libro que aborda la misma cuestión, se trata de "Soledad" de Storr, cuya lectura no llegué a completar. Y es que deduzco que, aunque el tema me atrae, parece repelerme casi a partes iguales, aunque en esta ocasión ha podido la seducción de la palabra de Todorov.
La vida en común.
Ensayo de antropología general,
Tzvetan Todorov,
Taurus,
Madrid, 2008